Teoría del apego

¿Qué es el apego?

En el mundo de la psicología se oye hablar mucho de esta teoría, pero… ¿En qué consiste exactamente? La teoría del apego asume que en el momento del nacimiento, los seres humanos somos los más dependientes del reino animal . Esto es porque nacemos con el cerebro sin acabar de formar. Sería imposible nacer con el cerebro completamente formado, ya que nuestra cabeza no cabría por las caderas de nuestra madre.

Esta condición humana, la de tener que nacer sin formarnos del todo, comenzó en el momento evolutivo en el que se comenzó a dar la bipedestación (andar a dos patas). Para que el cuerpo pudiera erguirse, las caderas se estrecharon y cambiaron de forma y posición.

En la imagen de abajo podemos observar como este cambio dio lugar a que los partos se complicaran mucho. La flecha roja representa el camino que tiene que recorrer el bebé en el parto. En la especie humana erguida a dos patas, los bebés tienen que pasar por un canal mucho más estrecho y además tienen que hacer un giro en el propio canal de parto. Para adaptarse a esto, a la especie humana no le quedó más opción que dar a luz a crías que fueran más pequeñas, lo que se traduce en crías menos formadas.

Por lo tanto, nacemos sin acabar de estar formados y completamente vulnerables: no podemos andar para huir de nuestros depredadores ni tampoco podemos conseguir solos nuestra comida.

¿Cómo sobrevivimos entonces?

Sobrevivimos porque tenemos la capacidad de apegarnos al resto. Un bebé sabe que él solo no puede sobrevivir, y que su única manera de lograrlo es que alguien le cuide. Así, el bebé va aprendiendo qué es lo que hace que las personas de su alrededor le cuiden y qué es lo que hace que se alejen. Y así, aumenta lo que hace que le cuiden y deja de hacer lo que hace que se alejen. Así de sencillo y así de inteligente.

Por ejemplo, hay bebés que saben que si lloran sus mamás se acercarán y les darán de comer o les cambiarán el pañal. Pues bien, estos bebés aprenderán que para que su necesidad sea cubierta lo que tienen que hacer es expresar su malestar mediante el llanto.

Pero habrá otros bebés que  aprenderán que a pesar de que lloren, sus mamás no van a venir. De hecho, habrá  mamás  a las que les moleste el llanto y que cuando su bebé llore lo dejen en otro cuarto para no escucharle. Pues bien, estos bebés aprenderán que para que no les rechacen no tienen que llorar. Aprenderán que para que no te rechacen es mejor no mostrar tus emociones y tus necesidades.

Habrá otros bebés a los que sus mamás o papás solo atenderán cuando  puedan o quieran. Por ejemplo, aunque el bebé llore, su mamá solo le atenderá cuando acabe su serie de televisión favorita o cuando termine de hacer la comida. Estos bebés aprenderán que lloren o no lloren, no depende de ellos que les quiten su malestar. Dependerá de los de fuera. Y así, les costará regularse o tranquilizarse ellos solos.

Habrá mamás o papás que por razones variadas, no podrán cuidar de sus bebés. Por ejemplo, por que estén deprimidos. El bebé irá aprendiendo que la persona que debe cuidarle no lo hará a no ser que el propio bebé la cuide a ella primero. Es decir, que aprenderá que para sobrevivir tiene que cuidar.

Habrá bebés que las personas que deben cuidarles les peguen o les humillen cuando lloran. Habrá bebés que les peguen o les humillen cuando ni siquiera han llorado, simplemente porque sus papás descargan su rabia contra él. Estos bebés aprenderán que el amor y el cuidado consisten en pegar o humillar. Y aprenderán que la rabia se descarga contra las personas que quieres.

Según vayan creciendo estos bebés, sus mamás y papás les transmitirán ciertos valores. Cuando somos niños/as todavía somos dependientes de los adultos para sobrevivir, así que seguimos aprendiendo lo que tenemos y lo que no tenemos que hacer para no ser abandonados/as. Habrá niñas y niños a los que sus papás les digan que ante todo hay que cuidar a los demás, y si lo hacen serán acogidos y si no lo hacen quizás sean rechazados. Asique estos niños aprenderán que para sobrevivir tendrán que llevar a cabo ese valor que les quieren transmitir. Aprenderán que antes de cuidarse a ellos/as mismos/as tendrán que cuidar a los demás, y así minimizarán su propio malestar y priorizarán el cuidado del resto.

O habrá niños y niñas a las que les rechacen cuando se enfaden. Así, aprenderán a no enfadarse. O, si realmente no pueden reprimir esos enfados porque no saben cómo hacerlo, se vivirán como personas malas, merecedoras de ser abandonadas y culpables de lo que sienten.

Así, podríamos seguir hasta el infinito, ya que la circunstancia de cada niño/a y bebé es distinta, y por lo tanto su forma de sobrevivir será distinta y adaptada a lo que haya aprendido que tiene que hacer.

Lo que sí es común a todos estos bebés y niños/as  es que en su inconsciente se guardará la forma que tienen que llevar a cabo en su vida para SOBREVIVIR. Y lo reproducirán a lo largo de su vida.

¿Por qué iba yo a empezar a expresar mis emociones, si lo que me ha servido para que me cuidaran era no expresarlas? ¿Si cuando las expresaba recibía rechazo y maltrato? ¿Si para mí, expresar las emociones es algo que considero peligroso?

Sin embargo, hay veces que estos mecanismos de supervivencia se vuelven en nuestra contra. Por ejemplo, puedo tener dificultades para relacionarme socialmente con amigos o parejas porque, ya que yo no expreso mis emociones, ellos/as sienten que no me entienden.

¿Puedo cambiar este mecanismo de supervivencia?

. Pero me costará. Me saldrá de manera automática no expresar mis emociones, al igual que por ejemplo, a una persona diestra le será siempre más fácil utilizar su mano derecha. No expresar mis emociones se habrá convertido en mi “instinto de supervivencia”.

¿Para qué me sirve esta teoría?

Me sirve para comprenderme a mí mismo/a. Si por ejemplo, en casi todas mis relaciones me cuesta expresar mis necesidades, me aliviará saber que me pasa porque ese es mi «instinto de supervivencia».

Además, solo si identifico esto podré cambiarlo. Únicamente sabiendo de dónde parto y por qué me pasa lo que me pasa podré comenzar a sanarlo. Una vez identificado, será posible establecer con la terapeuta un plan de aprendizaje y de entrenamiento para modificarlo.

La idea es poder agradecernos a nosotras/os mismas/os haber creado este instinto de supervivencia, ya que nos ha servido mucho. Pero también poder aprender a regularlo para que no nos haga daño a nosotras/os ni a las personas que queremos.

Contacta con psicólogos profesionales si necesitas acompañamiento terapéutico.

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