Desde nuestro nacimiento hasta la madurez evolutiva, nuestro cerebro vive una infinidad de cambios. En el artículo que os traemos hoy os contamos estos cambios, ya que consideramos que es importante conocerlos para poder educar a los/as peques de la mejor manera en cada momento evolutivo.
Índice
3 cerebros en uno:
Para ayudarnos a explicar estos procesos evolutivos vamos a utilizar la teoría del cerebro triuno de MacLean (también hablamos de esta teoría en el artículo de «¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando vivimos un trauma?»). Esta teoría propone que a lo largo de la evolución, el cerebro ha ido incorporando nuevas estructuras sobre las que ya existían.
La primera estructura que había es el llamado cerebro reptiliano (marrón en el dibujo). Después se formó el cerebro emocional (rojo en el dibujo), y por último se formó el cerebro racional (azul en el dibujo).
La cuestión es que esta forma en la que el cerebro fue evolucionando se repite en cada ser humano: en el momento del nacimiento solo tenemos el cerebro reptiliano, a partir del primer año y hasta los 3 años se forma el cerebro emocional, y de los 3 años en adelante se forma el cerebro racional.
Esta es la razón principal por la que el ser humano es tan dependiente al nacer: nuestro cerebro es tan complejo que «no le da tiempo» a desarrollarse en nueve meses. Además, si naciéramos con el cerebro completamente desarrollado no cabríamos por las caderas de nuestra madre al nacer. En el artículo que habla sobre teoría del apego te explicamos con más detalle por qué el cerebro nace sin formarse del todo.
1.Cerebro reptiliano
Esta estructura cerebral es la que compartimos con los reptiles. Es la encargada de las funciones mas básicas: latido del corazón, respiración, estado de alerta (sueño o vigilia), detección de cambios de temperatura, sensación de hambre, lucha o huida...
Lo que sentimos en esta etapa de nuestra vida, cuando solo contamos con esta estructura cerebral (desde el nacimiento hasta que cumplimos un año aproximadamente), son sensaciones de placer- displacer. Es decir, o estoy agusto o no lo estoy.
Como se observa en la imagen, se encuentra en la parte inferior del cerebro. Lo constituyen los ganglios basales, el tronco encefálico y el cerebelo.
¿Qué necesitan los/as niños/as en esta etapa?
Satisfacer sus necesidades y calmar su molestia
Cuando el bebé sienta displacer, no nos queda otra opción que satisfacer la necesidad que está teniendo. Estas necesidades serán las relativas a la alimentación, el descanso y la higiene.
Darles sensación de SEGURIDAD
Los niños están diseñados para desarrollar vínculos de apego. Vincularse a alguien que le cuide es la única forma que tiene de sobrevivir. Si los bebés sienten seguridad en estos vínculos, tendrán la certeza de que van a poder sobrevivir, y por lo tanto podrán desarrrollarse sanamente.
Si no sienten esta seguridad, y se dan cuenta de que en ciertos momentos hay peligro de que les abandonen, pondrán en práctica el siguiente mecanismo: repetirán aquello que hace que les cuiden y dejarán de hacer eso que hace que les rechacen. Por ejemplo, habrá familias que no soporten el llanto de sus bebés y les metan en otra habitación hasta que se callen. Estos bebés aprenderán a no llorar para que no les dejen solos. Tener que desplegar este mecanismo tendrá secuelas emocionales para la persona.
Esta foto es del experimento que el psicólogo estadounidense Harry Harlow realizó con monos en los años 60. En el experimento demostró que los monos preferían pasar el tiempo con una madre de felpa (a la derecha de la foto), en vez de con una madre de alambre pero que le proporcionaba alimento (a la izquierda de la foto). Es decir, que elegían la sensación de cariño y suavidad que les daba la madre de felpa antes que el propio alimento. Esto demostró que el vínculo de apego es considerado por los animales como prioritario en la supervivencia, más incluso que la propia comida.
Entonces, ¿le dejo llorar?
Si bien hace años los médicos recomendaban dejar llorar a los bebés hasta que se durmieran, hoy la mayoría de la comunidad científica te va a responder un evidente NO.
La razón viene al hilo de lo que estábamos comentando: si dejas llorar a tu bebé, este no sentirá la seguridad que necesita para desarrollarse sanamente. Sentirá que le has abandonado y que no va a sobrevivir. Recuerda que en esta etapa solo cuenta con el cerebro reptiliano, por lo que no tiene la capacidad de saber que tú estas en el salón esperando a que se duerma.
Algunos/as pensaréis que, sin embargo, dejar a los bebés llorar en la cuna es efectivo para que se duerman. Y la respuesta es que sí es efectivo, pero tiene efectos secundarios. El bebé siente que le has abandonado, ya que se encuentra solo y nadie viene a buscarle. Se pone a llorar desesperadamente porque percibe una situación de amenaza extrema, y llorar es su forma de pedir auxilio. En esta situación de amenaza extrema los niveles de cortisol (la hormona del estrés) en el bebé son altísimos.
Está comprobado que si el bebé llega a dormirse es de puro agotamiento, porque sus niveles de cortisol siguen siendo altísimos. Lo que significa que el bebé no se ha conseguido relajar, sino que sigue percibiendo esa situación como una amenaza de muerte pero ya no puede más. Además, habrá dejado de considerar el llanto como un método eficaz para que vengan a cuidarle. Respecto a este tema, os recomiendo el libro “Dormir sin lágrimas”, de la psicóloga Rosa Jové.
2.Cerebro emocional
Esta parte del cerebro se desarrolla principalmente entre el primer y el tercer año de vida. Es el cerebro que nos hace sentir emociones desagradables o agradables: miedo, ira, asco, alegría, tristeza... Es la parte del cerebro que compartimos con el resto de mamíferos.
Las estructuras cerebrales implicadas en esta parte del cerebro son la amígdala cerebral, el septo, el hipotálamo, la corteza del cíngulo y el hipocampo.
Esta etapa es la etapa del egocentrismo infantil: el cerebro aún no tiene la capacidad de concebir que el resto de personas son diferentes a uno mismo. Es decir, que las/os niñas/os en esta etapa sienten que el resto de personas sienten lo mismo que ellas/os. Aún no tienen la capacidad de empatizar ni de ponerse en la perspectiva del otro/a. Enseñarles esto será una de las tareas que tendremos para esta etapa.
¿Qué necesitan los/as niños/as en esta etapa?
Aprender a identificar sus emociones
Aún nisiquiera saben interpretar lo que les pasa. Necesitan que tú les digas «que sueño tienes, vamos a la cama». Así irá aprendiendo que esa sensación significa tener sueño. Para enseñarles esto simplemente hay que ir poniendo nombre a lo que sienten:
¡Qué calor tienes!, ven que te quito la chaqueta
¡Qué enfado más grande!
Ya es la hora de comer, ¡ven que seguro que tienes un hambre…!
También podemos utilizar cuentos como «Las gafas de sentir» de Vanessa Pérez-Sauquillo o «El monstruo de los colores» de Anna Llenas. De este último además hay un montón de recursos creativos para trabajar en él más profundamente.
A través de estos recursos o simplemente utilizando la imaginación, podemos hacer con nuestro/a peque un dibujo que represente cada emoción y colocarlo en un mural o en algún lugar visible de la casa. Así, cuando el/la peque sienta alguna de las emociones que hemos dibujado, podemos acercarnos al mural y señalar esa emoción. Puede ser algo así.
Aprender a regular sus emociones
Mientras van aprendiendo a identificarlas, también necesitarán ir aprendiendo a regularlas.
Antes de continuar, es muy importante decir que regular las emociones no significa hacer que desaparezcan. Significa saber escuchar lo que las emociones quieren decirnos (la rabia nos quiere decir que necesitamos límites, la tristeza quiere decirnos que no nos separemos de algo que queremos….Mira el artículo de «inteligencia emocional», ahí explico en detalle la función evolutiva de las emociones) y aprender a modular su intensidad.
Para hacer esto, es importante aprender a PERMANECER en las emociones. Es decir, para poder escuchar qué es lo que quiere decirme mi raba, necesito sentirla, y no reprimirla. Si la reprimo no podré escuchar la necesidad que esa rabia me está queriendo transmitir. Por ejemplo, si yo reprimo mi rabia cuando alguien me trata con injusticia, será muy difícil que pueda llegar a defenderme. Pues en los/as peques igual. Pero además, los/as peques necesitan sentir que no vamos a rechazarles por sentir esas emociones, por ejemplo, la tristeza. Que vamos a quererles igual aunque estén tristes. Y que NO ESTÁ MAL estar tristes. Lo que estaría mal, por ejemplo, sería que esa emoción le desbordara o que esta emoción desencadenara una conducta problemática tal como pegar, pegarse, insultar… Entonces lo que estaría mal sería la gestión de la emoción, no la emoción en sí.
Ahora, lo que más va a enseñar al niño/a a cómo regularse es la forma de regularse de sus cuidadores. Es el llamado aprendizaje vicario. Somos un MODELO para ellos/as. Por eso, trabajar en regular de manera sana nuestras emociones es una inversión segura para que nuestros/as hijos/as también lo hagan. Si yo reprimo mi rabia, enseñaré a mis hijos/as a que la repriman, o si por el contrario la rabia me hace descontrolarme, les enseñaré a descontrolarse. A parte de ser un ejemplo, también necesitan que estemos regulados para no desregularse. Si nosotras/os nos desbordamos, ellos/as irán detrás.
-Para entender cuál es la necesidad que nos está queriendo transmitir la emoción de nuestro/a hijo, debemos preguntarnos qué ha disparado esa emoción. Debemos entender esta emoción como un intento de comunicación. Recuerda que aún no tiene la capacidad de reflexionar, ni tampoco es capaz de expresar, y nisiquiera de identificar lo que le está pasando. Llorar desconsoladamente puede ser una manera de comunicarnos: «me siento muy enfadado porque me estás obligando a ducharme , algo que es muy desagradable para mí«.
Una vez que hayamos identificado qué es lo que dispara esa emoción, nos preguntaremos si podemos ayudar a nuestro/a hijo/a a cubrir esa necesidad. Por ejemplo: si le da una rabieta siempre que vamos al supermercado y podemos evitarlo, evitaremos llevarle, ya que seguramente la necesidad subyacente esté siendo no estar en un lugar desagradable para él/ella. O si le da una rabieta cuando tiene que ducharse, intentaremos que la ducha sea más agradable modificando las condiciones de la ducha: acompañándola con música, haciéndola más corta…
Si no logramos identificar qué es lo que dispara esa emoción, tendremos que hacer un REGISTRO DE CONDUCTA. Se trata de una tabla en la que hay tres columnas: qué pasa justo antes de la expresión emocional, cómo es esta expresión emocional y qué pasa después de esta. Cuando hayamos registrado esto varias veces podremos identificar el patrón que se repite y así ver qué causa tiene. Esto no es fácil, y conviene hacerlo de la mano de un profesional.
-De manera complementaria, tendremos que enseñar a nuestro/a hijo/a formas de tranquilizarse, formas de modular esa emoción para que no se sienta desbordado/a. Además de las herramientas de autoconciencia emocional que hemos comentado en el apartado anterior, lo haremos a través de técnicas de relajación.
Es importante distinguir entre cuando el/la niña/o está en el momento de rabieta o alta intensidad emocional y cuando no lo está. Cuando está en este momento es muy difícil trabajar con él/ella, ya que está muy activado/a y por lo tanto poco susceptible a aprender. En estos momentos nos dedicaremos a intentar calmarle a través de canciones, caricias… Además, es difícil que se relajen si no les hemos enseñado cómo hacerlo.
Lo mejor es trabajar la regulación en un momento en el que estén relajados/as y con ganas de jugar. Es interesante hacer en casa un RINCÓN DE LA CALMA al que acudir siempre que vayamos a realizar actividades de relacionadas con la regulación. Así el/la peque asociará ese lugar con la relajación y le será más fácil conseguir calmarse.
Acudiremos a este rincón de la calma una vez al día para practicar las habilidades de relajación. Este rincón puede ser una pequeña alfombra, un rincón bonito… En él podemos:
- Cantar canciones relajantes como por ejemplo «estrellita donde estás»
- Jugar con botes de la calma. Es una técnica que diseñó la pedagoga Maria Montessori. Se trata de un frasco donde meteremos líquido de colores con purpurina. Al agitarlo produce un efecto muy relajante. Te dejo un enlace donde te enseñan a hacerlo.
- Apretar pelotas antiestrés o plastelina
- Escuchar música relajante
- Trabajar técnicas de respiración a través de cuentos. La respiración es el mecanismo de regulación emocional por excelencia. El cuento «Respira» de Inés Castell-Branco nos indica muchas juegos que podremos utilizar para guiar a nuestros/as peques. Por ejemplo ponernos un barco en la tripa y hacer las olas con nuestra barriga, oler flores, jugar a tener ramas como los árboles, imaginar que tenemos un globo en la tripa y los tenemos que hinchar y deshinchar… Te dejo más ideas divertidas para trabajar la respiración más abajo
- Practicar rutinas de relajación adaptadas a niños/as. Te dejo una rutina genial Anabel Cornago comparte en su blog.
- Hacerse cosquillitas o masajes
- Tumbarnos tapados/as con una mantita
- Abrazar peluches y muñecos
- Tocar instrumentos de música relajantes como el palo de lluvia, los crótalos…
- Pintar
Es importante que a este rincón de la calma solo vengamos a relajarnos, y que solo nos quedemos el tiempo que estemos relajados/as. ¡Si no, no lo asociarán con estar en calma!
Si consiguen relajarse en un momento de estrés podemos reforzarles con algún premio. De esta manera, hay más posibilidades de que vuelvan a repetir lo que han hecho (esta teoría se llama «condicionamiento operante»). Para ello, tenemos que detectar qué es lo que le gusta al niño/a y dárselo inmediatamente después de que haya logrado relajarse.
Aprender a respetar los límites
En esta etapa es importante que aprendan a respetar los límites. Esto les ayudará a desarrollar capacidades de autocontrol.
Es importante recordar que los límites son NORMAS, no castigos. Los límites tienen siempre una razón de ser. Por ejemplo, no podemos cruzar la calle sin mirar porque nos puede pillar un coche. No poder cruzar la calle no es en absoluto un castigo, sino una norma.
- Por ello, para poner los límites NO ES NECESARIO ENFADARSE. Serán más efectivos si los ponemos desde el cariño
- Será efectivo ayudarles a cumplir los límites en vez de esperar que los rompan para regañarles. Siguiendo el ejemplo de cruzar la calle, podemos darles la mano, enseñarle una canción que hable sobre no cruzar sin mirar, plantearle que es un juego y que sino cruzamos sin mirar tendremos un premio. ¡Recuerda que, literalmente, no nacen sabiendo!
- Planead con antelación cuáles son los límites de tu casa. Algunos, como los de cruzar la calle serán evidentes, pero otros, como qué cosas se pueden tocar y cuáles no, a qué hora nos vamos a dormir…¡Si tenemos los límites claros el/la peque los entenderá mucho mejor! Planead también qué consecuencias tendrá romper el límite para cada caso
- Elegid un momento de calma para plantear estos límites
- Recordádles el límite cada vez que esté cerca de pasárselo: «en diez minutos tenemos que apagar la tele porque ya va a llegar la hora de apagarla»
- Si el límite es algo que al niño/a le cuesta, trabajaremos con recompensas
- Intentad que todos los miembros de la familia tengan los mismos límites al niño, ¡si no le costará más entenderlos y respetarlos!
3.Cerebro racional
Esta parte del cerebro la compartimos con los mamíferos superiores, como el gorila o el chimpancé. Es la que nos permite tener conciencia de nosotros/as mismos/as, razonar, reflexionar, trazar planes y estrategias, ponerlos en el lugar del otro/a…
A partir de este momento (3 años) podrán desarrollar estrategias «manipulativas» como intentar engañarnos para conseguir beneficios o evitar castigos. Hasta entonces esto no era posible. Piensa que para mentir hay que tener desarrollada la capacidad de concebir que el otro/a puede pensar algo distinto que yo, y además concebir que consecuencias puede tener cada pensamiento.
El desarrollo de estas capacidades nos va a facilitar mucho la tarea educativa, ya que vamos a poder introducir elementos reflexivos.
¿Qué necesitan los/as niños/as en esta etapa?
Desarrollar sus capacidades cognitivas
Necesitan que les enseñemos a pensar, a concentrarse, a recordar... en otras palabras, que estimulemos sus capacidades cognitivas.
Para esto hay infinidad de juegos: puzzles, cuentos…
Además, hoy en día hay muchísimo material accesible en internet. Te dejo una página interesante en este aspecto:
Conectar con su cerebro emocional
A partir de ahora, el cerebro racional tendrá que aprender a ser el encargado de regular el cerebro emocional, digamos que tendrá que aprender a hacer la función que hasta ahora habíamos realizado sus cuidadores/as. ¿Alguna vez te ha pasado que estabas muy nervioso/a y una voz en tu interior te ha invitado a calmarte? A esto me refiero.
- ¿Os acordáis del mural con dibujo de las emociones del que hablamos en el apartado de «identificar las emociones»? Ahora podemos introducir elementos más complejos. Por ejemplo, cada persona de la casa puede colocar post-it con la manera que suele utilizar para regular cada emoción. También se puede añadir qué situaciones despiertan cada emoción en cada uno/a, o cómo nos hace sentir ver al resto de miembros de la familia en cada emoción (por ejemplo, me alegra ver a papá calmado, o me enfada ver a mamá triste). Así, además de identificar y regular las emociones, fomentaremos la comunicación en la familia.
- Podemos complicar los juegos y ejercicios de respiración para seguir trabajando la relajación. Por ejemplo, podemos jugar al juego de la vela: tenemos que soplar una vela el mayor tiempo posible pero sin que llegue a apagarse
- Técnica de la tortuga : es una técnica que enseña autocontrol a través de un cuento
- Otra técnica de control emocional es la del semáforo: hemos de explicarles que, al igual que tenemos que parar cuando el semáforo está en rojo, también debemos parar cuando nos sentimos alterados/as ¿Y qué pasa si no paramos cuando el semáforo está en rojo? Que nos atropellan, o que rompemos las cosas, o nos hacemos daño… Lo ideal es pasar cuando ya estemos en verde
- También podemos introducir herramientas como «la hoja de pensar», que nos permite reflexionar sobre conductas problemáticas tales como pegar, morder, arañar…
- Pintar mandalas para practicar la relajación
- Cuentos como «vaya rabieta» de Mireille de Allance, «topito terremoto» de Anna Llenas, o diccionarios emocionales como «emocionario»
- Fichas para trabajar emociones
- Utilizar herramientas de autoconciencia emocional como el termómetro emocional
- Practicar con ellos/as mindfulness. Os dejo un vídeo abajo
Respecto a los límites, podremos empezar a hacérles más partícipes:
- Consensúa los límites con él/ella
- Explícales el porqué. Lo ideal es que respeten el límite porque comprendan la razón, y no únicamente por el miedo a la consecuencia
- Pon el acuerdo al que hayáis llegado escrito en la nevera (recuerda que tienen que aparecer cuáles son los límites y cuáles las consecuencias de romperlos)
¡Espero que os sirva! Cualquier inquietud no dudéis en preguntarme.
Y de regalo…os dejo este maravilloso video donde explican a los/as peques a relación entre cerebro emocional y racional