¿Sueñas despierta?

Soñar despierta es imaginar y crear en nuestras cabezas situaciones imaginarias de forma intencionada. A través de estas ensoñaciones, nos evadimos ligeramente de la realidad y nos sumergimos en mundos de fantasía.

Cada persona fantasea de una manera. Hay personas que fantasean mucho, otras poco, otras que sienten su fantasía de forma muy vivencial, otras que no la sienten con tanta intensidad…Pero todas las personas imaginamos. Concretamente, se estima que el 90% de la población fantasea al menos 10 minutos cada día.

La neurociencia ha comprobado que al imaginar se activan los mismos circuitos cerebrales que al realizar la actividad que imaginamos. Por ejemplo, imaginar que corremos puede llegar a hacer que nuestra respiración y nuestro ritmo cardiaco se aceleren. De esta manera, estas ensoñaciones que tenemos cuando estamos despiertas realmente pueden transportarnos emocionalmente a lo que imaginamos.

Sí, ¡nuestra imaginación es un simulador virtual en toda regla! Además, hay un elemento de la realidad que nos ayuda a imaginar con más facilidad y que hace que este simulador «funcione mejor»: la música. También nos podemos inspirar en películas, libros, series…

Antes de ahondar más sobre el tema, te invito a observar lo que tú sueles imaginar:

¿Te has imaginado viviendo una gran historia de amor?

¿O historias de guerras y violencia?

¿Historias donde eres la reina y te ovacionan al pasar?

¿Que te toca la lotería?

La fantasía como herramienta para comprender nuestras necesidades

La fantasía funciona, principalmente, para compensar la realidad.

Por ejemplo, es probable que una persona muy tímida imagine situaciones donde él/ella es protagonista de una fiesta. Así, su cerebro «sana» esa carencia que sufre en la realidad. Es decir, que imaginamos situaciones que necesitaríamos que se volvieran realidad. Hay ensoñaciones en las que esto es fácil de ver. Por ejemplo, si soñamos despiertas con estar de vacaciones en una isla desierta… evidentemente necesitamos unas vacaciones.

Sin embargo, hay ensoñaciones cuyo mensaje no es tan obvio. A continuación expongo varios ejemplos.

Imagina que imaginas que eres el rey/reina del mundo…

Esta fantasía de grandeza probablemente indique que la persona está necesitando sentirse importante y valorada. Si es tu caso, pregúntate:

¿Me siento lo suficientemente tenido/a en cuenta por las personas que me rodean?

¿Siento que valoran mis logros?

¿Me gustaría que se dieran cuenta de mi potencial?

¿Cómo podría conseguir sentirme así en mi vida real?

Imagina que imaginas que pegas o gritas a una persona…

Esta fantasía indica que necesitamos defendernos de algo que nos daña. Si te ha pasado, trata de reflexionar:

¿Hay algo o alguien que te esté haciendo sentir impotente?

¿Necesitas defenderte de algo y no puedes?

¿Te gustaría ser más valiente y más fuerte en cuanto a la gestión de los conflictos?

Imagina que imaginas que lloras por la pérdida de un ser querido, o por una traición…

No siempre las fantasías son agradables. Aún así, a veces creamos esos escenarios en nuestras mentes. Cuando nos pasa esto lo que solemos necesitar es expresar emociones que tenemos contenidas. Si te pasa, te animo a preguntarte:

¿Hay alguna emoción que necesitarías expresar y que no has podido hacerlo?

¿Te has sentido abandonada, traicionada, desolada…. y no has podido dar el valor que tiene a esa emoción?

¿Necesitarías explotar, llorar, gritar?

Imagina que imaginas que alguien se enamora locamente de ti y que te desea con todas sus fuerzas…

Este tipo de fantasías son muy comunes. Además, son las más fomentadas por series y películas donde siempre suele haber grandes historias de amor y pasión. Nos indican nuestra necesidad de ser queridas/os o deseadas/os. Si te pasa, puedes preguntarte a ti misma:

¿Estás necesitando sentirte querida?

¿Te gustaría sentirte seductora o deseada?

¿Necesito sentir que puedo gustar?

Entonces, ¿Cómo pueden ayudarme mis fantasías en mi vida real?

Lo importante es que concibamos nuestras ensoñaciones como señales que nos indican lo que necesitamos en ese momento y que tratemos de cubrirnos esa necesidad en la realidad.

Para ello, la auto observación será nuestra gran aliada:

¿Por qué justo en este momento estoy fantaseando con esto?

¿Me ha pasado algo hoy que me haya podido afectar?

¿Mi conflicto con mi madre habrá tenido relación con ahora estar imaginando que vivo en otro país?

Una vez que detectemos la conexión de nuestra fantasía con nuestra realidad y la necesidad que nos indica que tenemos, nos toca actuar:

¿Decir a mi jefe que no voy a atender el teléfono en mi tiempo libre me haría sentir mejor?

¿Necesito estar sola este fin de semana?

¿Me decido a escribir a este antiguo amigo que me atrae?

Para cubrirnos las necesidad que la fantasía nos indica que tenemos, nos ayudará mucho aplicar estrategias de auto cuidado y técnicas de comunicación asertiva.

Planteando las ensoñaciones de esta manera, pueden servirnos incluso de ensayos imaginarios. De hecho, en psicología se utilizan muchas técnicas relacionadas con la imaginación para enfrentarnos a miedos, practicar cómo vamos a hacer algo que nos cuesta mucho, relajarnos imaginando lugares tranquilos… Os dejo a continuación una visualización relacionada con esto:

Visualización creada por el psicólogo David Sánchez

¿Fantasear mucho puede convertirse en un problema?

Soñar despierta es, como decíamos, una manera de evadirnos de la realidad. Así, es una forma de disociarnos levemente. Sin embargo, no suele ser problemática. Al revés, suele ser algo funcional y aportarnos esperanza y motivarnos en nuestro día a día. También puede hacernos pasar los ratos de espera más entretenidos/as, desarrollar nuestra imaginación…

De hecho, hay estudios (como por ejemplo el que se llevó a cabo en el Instituto Tecnológico de Georgia), que afirman que las personas que sueñan despiertas habitualmente son más inteligentes y creativas.

Ahora, hay varios casos en los que puede tornarse problemático.

Cuando la persona «abusa» de estas ensoñaciones

El psicólogo israelí Eli Somer acuñó el término «trastorno por ensoñación excesiva o inadaptada» en el año 2002 para referirse a las personas que pasaban demasiado tiempo sumergidas en sus fantasías. Concretamente, se refería a las personas que pasaban más de la mitad del tiempo de su vigilia soñando despiertos/as.

Estaríamos hablando de un comportamiento compulsivo parecido al que se tiene en otras adiciones (drogas, nuevas tecnologías, ludopatía…), donde la persona siente mucha ansiedad si no puede fantasear, y hasta deja de lado sus responsabilidades laborales y sociales para poder hacerlo.

Es importante saber que este trastorno no está actualmente reconocido oficialmente como tal por organizaciones de referencia como la APA (Asociación Americana de Psiquiatría ), es decir, que no se considera en sí un trastorno psicológico diagnosticable. Simplemente es un término divulgativo que nos ayuda a visibilizar y dar importancia al tema en cuestión.

Cuando la persona empieza a confundir fantasía con realidad

Si esto ocurriera, estaríamos hablando de síntomas que estarían relacionados con trastornos psicológicos de corte psicótico. De esta manera, sería algo grave que necesitaría tratamiento psicológico y psiquiátrico de urgencia.

SI necesitas ayuda, no dudes en contactar con nosotras y comenzar a recibir tu psicoterapia de la mano de psicólogos con años de experiencia.

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